La esteganografía se me presentó a finales del siglo pasado (el XX) cuando el encriptado informático sólo estaba a disposición de los avezados.
Los griegos definieron la esteganografía como la técnica de esconder un mensaje en algún soporte, que por sí mismo no nos aparenta disponer de esa cualidad. Hubo ciertos grupos organizados que usaban archivos de imagen en formato Jpg para albergar archivos Txt con diversos fines, seguro que poco o nada lícitos.
La imagen con la que ilustro el presente no es la más indicada, pues sabemos que un código (en este caso un "QR") existe precisamente para albergar cierta información y no sería un recipiente en el que no imaginásemos algo "oculto". Pero sirve para visualizar un fenómeno que cada vez con más fuerza descubrimos en algunas personas. Mucha gente alberga sus auténticas cualidades, sus verdaderos intereses, encriptados, dificultándonos de forma premeditada llegar a conocer su verdadera y bien cifrada personalidad.
Los griegos definieron la esteganografía como la técnica de esconder un mensaje en algún soporte, que por sí mismo no nos aparenta disponer de esa cualidad. Hubo ciertos grupos organizados que usaban archivos de imagen en formato Jpg para albergar archivos Txt con diversos fines, seguro que poco o nada lícitos.
La imagen con la que ilustro el presente no es la más indicada, pues sabemos que un código (en este caso un "QR") existe precisamente para albergar cierta información y no sería un recipiente en el que no imaginásemos algo "oculto". Pero sirve para visualizar un fenómeno que cada vez con más fuerza descubrimos en algunas personas. Mucha gente alberga sus auténticas cualidades, sus verdaderos intereses, encriptados, dificultándonos de forma premeditada llegar a conocer su verdadera y bien cifrada personalidad.
Culturetas auto ascendidos desde
las solapas y portadillas de inexistentes bibliotecas, gurús de opinadores, poceros
portavoces de sensibilidades diversas y de las más tendenciosas tendencias,
maestros tertulianos de foros y dueños obsesos de las redes, captadores sectarios de
las sectas; Al final, individuos sobre expuestos en ámbitos donde serpentean su autocomplacencia unívoca y que nunca dan la cara ni se presentan de frente
"al público en general". Una especie de otrora "nadador",
"superviviente", "quedabien", pero con cierta dosis de
peligro, en tanto en cuanto sólo son capaces de germinar división, odio y otros lixiviados
entre las laderas sobre las que surfean con nocturnidad. Lo malo (para ellos) es
que ya somos capaces de obtener su información "oculta" y de detectar
sus auténticas realidades: La suya propia y la que nos quieren hacer vivir.
Hace casi cuatro años, en A
Coruña sonaban cantos de sirena de un alcaldable (Alcalde posteriormente) que
nos evitaría la "decadencia" a la que, según él, nos dirigíamos de ferrón, y es
que las expectativas sobrevenidas de alcaldes anteriores nos llevaban a perder
la pujanza, la categoría, el caché, el glamour, la posición y la preponderancia
que antaño habíamos ido adquiriendo como urbe.
Lo que ocurre es que ese
"olimpo" desde el que nos decían que descendíamos era un lugar muy
diferente al que nos planteaban cambiar; Veníamos de un lugar de solidaridad,
de igualdad, de cultura, de trabajo, de servicios sociales, de atención, cercanía
y participación, y ahora, nos encontramos en otro sitio. No volvimos, y aunque
no es que estemos en "El Hades", desde luego nos encontramos muy lejos del anhelado edén
original.
Cierto es que con desgana, soberbia y
displicencia erramos y osamos pisar las fronteras exteriores. Pero ahora con experiencia,
preparación, con "humildade e trabalho" (que decía Bebeto) podemos retomar
la senda a ese lugar del que A Coruña nunca debió salir, ese lugar en el que (ciertos
embaucadores esteganográficos) nos querían hacer ver que nos conducían, cuando
la realidad bien diferente es que más y más nos estaban alejando. La
decodificación de sus engaños nos permite comprobar la cruda actualidad que
nos han concedido, y que nos planteemos lo que en verdad nos merecemos.
Unas simples preguntas bastan
para obtener su mensaje oculto y desecharlo de la imagen idílica que nos
querían imponer: ¿Estamos mejor que hace cuatro años? ¿Hemos vuelto a ser la
referencia, la pujanza, la excelencia?
La empírica nos obliga a cambiar
de imagen por la de quien nos garantiza el "regreso" con su ejemplo y
reflejo de un día a día marcado por el esfuerzo y por hacernos participar en la construcción de esos peldaños de la escalera al cielo. Construyamos la escalera,
generemos el puente. Subamos, crucemos y reubiquemos todos a A Coruña donde le
corresponde estar y de donde nunca debimos haber permitido que saliese.
¿Ningún
tiempo pasado fue mejor? ¿Votamos?
0 comentarios:
Publicar un comentario